Museo Nacional de Estonia

National Estonian Museum, Tartu (EST)


UBICACIÓN:
Tartu (EST)

ARQUITECTO:
DGT Architects (www.dgtarchitects.com)

MODELO BUTACA:
Perseo

ENLACES DE INTERÉS:
www.erm.ee/en (cliente)

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GRAND PRIX AFEX 2016.

AFEX es el acrónimo en francés de “Arquitectos Franceses en el Extranjero” y es una agencia que promueve el trabajo de los arquitectos franceses fuera de Francia. El premio lo otorga AFEX cada dos años en conjunción con el Ministerio Francés de Cultura, el ministerio Francés de Asuntos Exteriores y la “Ciudad de la Arquitectura y del Patrimonio”.

DGT Architects es un estudio internacional creado en 2006 con sede en París y dedicado a la práctica de la Arquitectura, Urbanismo y Diseño; compuesto por tres arquitectos, Dan Dorell, Lina Ghotmet y Tsuyoshi Tan, ganaron reputación internacional gracias a su diseño del Museo Nacional de Estonia.

Cuando los fundadores de DGT Architects ganaron el concurso para diseñar el Museo Nacional en Tartu, ni siquiera se había oficializado su sociedad. Sin embargo, ha estado muy ocupada desde entonces participando en otras competiciones y ocupándose de crear prácticamente todos los aspectos de su sede, aunque el hecho de poder completar su gran museo en 2016 ha sido su punto de inflexión.

En un lugar que antes era secreto se erige ahora el museo nacional de todo un país en el que se exhiben lo elementos que divulgan su historia y la de su población. Estonia, un país de 1,3 millones de habitantes y cuyos dos periodos de independencia (entre las dos grandes guerras y desde 1991) suman apenas 50 años mirando con recelo y nerviosismo a su vecina Rusia tiene motivos para reafirmarse con un museo, aunque lo haga con precaución. La idea de un museo nacional se ha asociado a la idea de la independencia de Estonia durante más de un siglo desde que un grupo de intelectuales nacionalistas decidieran crearlo. Desde entonces, y dependiendo de los vaivenes de la independencia, la guerra y la ocupación, todos los fondos etnográficos se tuvieron que ir almacenando en diferentes lugares para su posterior recolección. Durante la ocupación soviética todos los fondos estuvieron amenazados, al igual que la idea de su museo y de hecho en los 80 la sola mención del museo era parte de la campaña por la libertad. El nuevo edificio de 70 millones de euros es por tanto la consecución de este deseo después de muchos años de debate e interrupciones desde que Estonia ganó su independencia de nuevo en 1991.

El Museo no está en la capital Tallin sino a 190km de ahí, en Tartu, la segunda ciudad del país con apenas 100.000 habitantes y para ser precisos tampoco precisamente en el centro sino a 2km de la cuidad. Pero lo que el lugar no tiene en cuanto a comunicación y accesibilidad lo tiene en su significado: su emplazamiento incluye una casa solariega arrasada en 1944 y en la que se almacenó parte de la colección así como una pista de aterrizaje empleada por la aviación soviética y que solía sobrevolar la antigua ciudad universitaria de Tartu, un símbolo de la ocupación.

La propuesta de DGT para el museo puso en jaque al jurado del concurso. En lugar de erigir el museo en el lugar propuesto, DGT eligió reacondicionar una base soviética cercana, algo así como reformar un ruinoso edificio heredado de una historia pasada y dolorosa. Creían que así el nuevo museo jugaría un papel fundamental en la regeneración de la zona al tiempo que “dialogaría” con ese lugar tan cargado de significado histórico. Así, el actual Museo Nacional es una prolongación de la pista de aterrizaje, con su cubierta levantándose y elevándose hacia el espacio infinito e invitando al visitante a adentrarse en el paisaje mientras lo hace caminando por el corazón del museo.

La estructura recuerda a un enorme rascacielos de cristal caído e insertado dentro del paisaje y que parece intentar escapar del suelo – una alegoría de la historia emergente del país según los arquitectos. Las fachadas están impresas con un motivo abstracto que recuerda la flor de anciano, muy popular en Estonia y que da la sensación de tener siempre las paredes congeladas. Llama precisamente mucho la atención esta piel creada para el edifico porque su aspecto traslúcido mantiene un contacto permanente con el paisaje; la fachada protege del agua, nieve y condiciones extremas gracias a sus tres capas de cristal que regulan la temperatura y permiten que la luz del sol siempre penetre por la fachada sur que es donde se encuentran los espacios expositivos. Por su parte, la pared “cortina” actúa como protección contra la lluvia y le da a la fachada un aspecto bastante identificable con el paisaje en el que se ubica el edificio.

En este contexto el cliente seleccionó nuestra butaca PERSEO, de formas puras y rectas acordes con el espacio del auditorio; absolutamente toda la butaca está tapizada en un tejido oscuro cuyo hilo a su vez combina dos tonalidades de gris y negro creando un efecto de volumen muy atractivo.

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